Esta historia no tiene más que una finalidad: la de hacerte ver que muchos han pasado por algo parecido a lo que crees que sólo te está pasando a ti y que nadie te entiende.
En mis años como entrenador he entrenado cientos de jugadores de todo tipo y me quedo especialmente con aquellos que sabía que podían dar más de sí pero que por circustancias “x”, no acababan de dar el 100%.
Este tipo de jugador es llamado en el argot futbolístico “jugador de entreno”. Su denominación viene debido a que es mejor jugador entrenando que en los partidos.
Su trabajo de entrenamiento no se ve reflejado en los partidos sino todo lo contrario: se paraliza, le puede la Presión.
Tanto es la presión que una vez llegada la convocatoria sus miedos son más fuertes que sus convicciones de que lo puede hacer igual o incluso mejor que en los entrenamientos. Eso sí, pasado el fin de semana, vuelve a la normalidad dándolo todo en los entrenamientos.
De ser convocado y no aparecer en el once titular a medida que van pasando los minutos, su corazón se acelera y los nervios a flor de piel sabiendo que cada vez tiene menos tiempo para demostrar que si puede ... y por fín llega el momento, sale a calentar y empieza a visualizar todo lo que puede ocurrir una vez pise el terreno de juego. Escucha las indicaciones que le da el entrenador y salta al campo pensando que es poco tiempo el que tiene para darlo todo. Los nervios, los ánimos ... empiezan a rondar por su cabeza y no dejar fluir con normalidad el momento. Y llega la hora, la oportunidad que momentos antes pasó por su cabeza cuando estaba calentando: la jugada que puede marcar el antes y el después del resultado del partido. Un uno contra uno con el portero y la opción de pase a un compañero libre de marca... entran las dudas y el miedo. Que dirán, que pensarán, que hago...??
El resto de la historia no la cuento, se que tu sabes bien su desenlace... ahora solo depende de ti si quieres o no cambiarlo.
Recuerda: “ Para ganar en el terreno de juego, hay que ganar primero en la mente”